Blogia
desiertos

Pensamientos, palabras, obras y omisiones

Poema transparente (parte II)

Hace poco empecé a viajar, ya sabéis, sin moverme del sitio. Empecé a avanzar sin saber a dónde, o mejor dicho sin saber por qué camino arrastrar mi carro. Perderme es una buena manera de eliminar equipaje únicamente útil para cansarme más y desesperarme antes. De todos modos, las recetas que dejé en el trayecto por indigestas me siguen apeteciendo, es más, las sigo necesitando. Esa imperdonable razón me impide desprenderme del envoltorio que me sobra. Y realmente me sobra. Por eso mi mundo es tan pequeño. En realidad es cómodo y tiene grandes maravillas que ofrecer, pero el caos reinante hace que incluso yo tenga dificultades para asistir a mi propia vida.

Poema transparente (parte I)

Poema transparente (parte I) La luna redondea un atardecer inquieto. Su luz hace que se apague la tinta de mis labios porque ya es otoño en el jardín de las polillas. Una noche fresca para un día sin nombre hace más llevadera la soledad de quien no esta solo pero vive sin nadie. Porque en el mundo donde vivo, lo hago todo sola como la más triste de las mariposas nocturnas. Previsibles cabezazos contra una luz también previsible. Aún así es triste estar sola, pues ni siquiera existe esa voz impertinente que advierte del foco vacío. No suelo compararme. Ni con una polilla, ni con una luz, ni con una noche, ni con un amante, ni con un solitario ni con un viajero. Sé que no hace mucho que hice las maletas allá donde vivo, donde no vive nadie porque no cabe un alfiler. Ni siquiera uno de disección. Aún así me gustan las mariposas, porque son bonitas, porque son frágiles, aunque sé que no lo saben. Aunque no puedan ser listas ni tontas, sencillamente me gustan. Tengo una de las más espantosas cadaverizada en mi cenicero aún medio vacío. Y aún así me parece maravillosa; no porque esté muerta, ni sea nocturna, ni sea solitaria. Sólo porque es lo que es, y eso es mucho más de lo que yo he conseguido.