Blogia
desiertos

El último coto

El último coto La dehesa madrileña me ha regalado la ida y la vuelta al cielo. Evocando a Delibes, dirección Oviedo, astas de ciervo se recortan en la línea de luces y sombras, atardecer de noviembre, lejos de casa. Topología incierta. Camino del verde distante y la niebla silenciosa. De vuelta al norte atravieso paisajes tibios con heridas de hormigón y parpadeos de túnel. La humedad cristalina vuelve a instalarse en mi piel mediterránea, cada vez más pálida, tenazmente entrenada en la idealización.

0 comentarios