Blogia
desiertos

Tres largos meses en una ciudad extraña

Tres largos meses en una ciudad extraña Una ciudad que no conoce el mar ni la noche, ajena a la luz cegadora del Levante, y que me ha acogido con desgana (y yo a ella). No estoy en Oviedo, sólo estoy lejos de mí para poder despersonalizarme y aprender a vomitar 17 kilos de apuntes en forma de 260 preguntas en unas traumáticas 5 horas. No se puede definir de otra forma. No existen conversaciones paralelas al Examen, ese acontecimiento que se aproxima como el invierno y se plantea como entidad, como una sombra a la que se le odia, se le desafía, se le teme al fin y al cabo, pues nos enfrenta a nuestra concepción de número, de españolito de a pie que siempre esta por debajo del pie de otro.

Afortunadamente la lluvia inesperada pero constante es capaz de lavar nuestro cristalino con frecuencia y permitir mirar el fondo de nuestras pupilas.
Al menos la oscuridad es reconfortante.

0 comentarios